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RABIA, PENA, MIEDO
Las emociones nos dan información importante acerca de lo que necesitamos, deseamos, lo que queremos lograr, lo que nos importa. Por lo tanto las emociones hay que escucharlas, son un teléfono del alma, nos dicen qué está pasándonos, vienen a ayudarnos.
Las emociones tienen un papel organizador, no sólo guían sino que también ayudan a tomar decisiones y a resolver conflictos. Nos ponen metas y nos ayudan a organizar la acción para llegar a ellas. Se caracterizan por su función la cual es proporcionarle al individuo una adecuada capacidad de adaptación al ambiente.
PENA
La tristeza es un estado emocional diferenciado, que comprende una variedad de comportamientos, pensamientos y sentimientos. La pena inhibe los músculos, reduce la energía, la cabeza y los ojos caen, los músculos faciales se aflojan, la voz se debilita y las más importante de todas las características es la pesadez que la tristeza produce, las personas se sienten sobrecargadas y se mueven torpemente, el mantenerse en posición les genera un gran esfuerzo, prefieren en general estar acostadas, incluso prefiriendo la posición fetal.
Sentimos tristeza cuando no conseguimos algo que queríamos y sobretodo cuando perdemos algo que amábamos, así la tristeza es la manifestación del amor frente a una pérdida. Es una reacción natural frente a un hecho puntual y es importante vivirla.
La pena aparece cuando antes hubo alegría, da pena perder algo que antes fue un aporte en tu vida, se añora lo que era valioso, lo que apreciabas, lo que amabas. Por eso tener pena tiene que ver con la capacidad de amar. Añoras lo que te importaba y te importa.
Cuando uno no se permite sentir pena o tristeza, afecta su propia capacidad de amar, cierra el corazón, temeroso de experimentar intimidad o amor. Le será difícil valorar lo que venga, no se atreverá a entusiasmarse con eso o esa persona por temor a perderlo. Con el tiempo quien no se atreve a vivir su pena se transforma en una persona distanciada de las emociones de la vida, menos vital, su lema será: a quién nada le importa, nada le duele.
Otro tipo de pena es aquella que no se va con nada, una pena que se queda siempre, una tristeza profunda que no se recupera y que acompaña a la persona por meses o años, es un dolor crónico, una desesperanza generalizada, un sinsentido de vivir, esa es una pena diferente, es depresión.
Qué hacer con la pena:
- Reconocer el sentimiento y expresarlo. Llorar, hablar de lo que se siente, hablar del que falleció. Es muy importante hablar del que falleció, sólo da una inmensa pena haber perdido lo que se ha amado tanto, las personas alrededor de alguien que ha perdido un ser querido deben dejar que hable de ese ser que ama y perdió, es una manera de honrar el amor que por él se tiene.
- Aceptar que uno anda más lento, con menos energía, con menor capacidad para pensar, sin ganas de reír,
- Disminuir las actividades que uno tiene, aceptar la ayuda que otros le ofrecen en las cosas prácticas, pedir ayuda, hacer poco, la energía debe estar destinada a estar con uno mismo, acompañarse en la pena.
- Hacer lo que a uno le nace, estar acompañado si uno prefiere, o solo, o dormir, o mirar fotos del que se fue.
- Los demás: No intentar cambiarle el tema, no hacerlo reír, no animarlo, no aconsejarlo….simplemente acompañarlo en esa inmensa pena y ayudarlo en las cosas prácticas.
MIEDO
Emoción que surge cuando percibimos peligro, que algo puede pasarnos a nosotros, a los que queremos o a algo que nos importa. Algo podemos perder, desde la vida hasta algo material.
Aumentan las palpitaciones del corazón, sudamos, tenemos frío, entramos en un estado como de alerta, se nos agrandan las pupilas…el cuerpo está preparado para huir o atacar.
Un tipo de miedo es el que nos informa que debemos cuidarnos, hay un peligro real, hay que buscar protección, refugio, tener cuidado con esa situación. Una situación amenazante real en casa o en la calle, en el trabajo. En ese caso la acción es buscar cuidarse, buscar refugio, que las acciones sean de autoprotección y cuidado.
Si el miedo es ante situaciones que otros pueden enfrentar, como miedo a los ascensores, al viento, a las polillas, a los aviones… es una fobia, ahí hay que buscar ayuda en un profesional que lo ayude a ENFRENTAR ese miedo.
Me da miedo pedir un aumento de sueldo, me da miedo probar una receta nueva de cocina, me da miedo conocer a alguien nuevo y diferente, me da miedo abrir mi corazón… HAGALO CON MIEDO, confíe en usted mismo y en la vida, atrévase a explorar lo que la vida le puede regalar. Sólo si hay miedo uno es valiente al hacerlo.
Intervenciones:
- Reconocer que es miedo lo que se está sintiendo
- Aceptar ese sentimiento y conocerlo: Qué es lo que le está dando miedo
- Discernir si lo temido es real, si lo es protegerse o si es un miedo “subjetivo”, si es así es mejor enfrentarlo de a poco.
RABIA
Esta emoción es un mensaje que genera el organismo para informarnos que nuestro espacio a sido violado, que hemos sido heridos, que nuestros derechos no han sido respetados o que, simplemente, lo que queremos o necesitamos no ha sido correctamente satisfecho. Es una respuesta que se basa en una tendencia biológica que lleva a defenderse cuando se es atacado o a protegerse de diferentes intrusiones, de manera que se logre corregir la situación o evitar que esta se repita.
El perfil de la rabia
....Pensamientos
....Los demás me amenazan o hieren.
....Las reglas han sido violadas.
....Los demás me tratan injustamente. |
....Pensamientos
....Tensión muscular
....Aumento presión sanguínea
....Aumento ritmo cardiaco |
....Conducta
....Defensa/Resistencia.
....Atacar/Discutir.
....Retirarse(como castigo o protección). |
....Emociones
....Irritable.
....Enfadado.
....Encolerizado. |
La rabia suele desarrollarse en la mente del sujeto antes de que éste la exprese verbalmente. Podría decirse que los hechos ocurren en una línea recta, que va desde la aparición de pensamientos despectivos, la expresión de ellos en voz alta y por último la ejecución de acciones violentas.
Cuando una persona siente hostilidad o rabia, ésta no solo se manifiesta de manera verbal, sino también a través de su cortante tono de voz, la tensión de sus músculos faciales, su postura rígida, sus puños apretados y su mirada punzante. En estos casos se pueden activar todos los sistemas importantes de ataque: el cognitivo (al ver al otro despectivamente), el afectivo (al sentir rabia), el de motivación (al tener deseos de criticar), y el de comportamiento (movilización para el ataque).
Cómo controlar la expresión desmedida de la rabia:
- Ser firme, poner límites, decir que no con firmeza, si uno está realmente determinado a defender lo suyo, la rabia se reemplaza por la firmeza. Muchas veces usamos la rabia para sentir que tenemos mayor poder para enfrentar una situación.
- Irse de la situación si uno observa en si mismo que la rabia se transformará en ira incontrolable.
Se plantea que los individuos con tendencia a la emoción de la rabia poseen algunas distorsiones cognitivas características, que son el foco de atención en este proceso de reestructuración. Estos pensamientos son:
- Catastrofizar y magnificar lo negativo: el individuo tiende a percibir los acontecimientos de forma extrema y muy negativa. La rabia va aumentando en la medida que el individuo responde a los significados emocionales de estos pensamientos extremos, en vez de hacerlo con la realidad negativa realista.
El terapeuta puede pedirle al paciente que defina una situación que objetivamente es terrible y espantosa (guerra , terremoto, etc.) y lo contraste con la situación, frente a la cual, él experimentó rabia.
- Exigencias, órdenes y coacciones: este tipo de distorsión cognitiva se refiere al hecho de que “los pacientes insisten de forma rígida y autoritaria que el mundo debería ser, tiene que ser, necesita ser, espera que sea, de determinada manera” (Caballo, 1998, pg.654). La rabia va aumentando en la medida en que esta condición o exigencia no se cumple o se sabe que no se cumplirá.
La labor del terapeuta sería lograr que el paciente sustituya estas exigencias, deseos y preferencias personales por unas más flexibles, y que logre aceptar las frustraciones y decepciones que se producirán cuando estas exigencias no se satisfagan.
- Sobregeneralización: el sujeto llega a conclusiones generales de personas, él mismo, el tiempo o acontecimientos a partir de una situación específica. La rabia aumenta en la medida que aumenta el perímetro de generalización.
El terapeuta debe ayudar al paciente a reconocer estas generalizaciones y aprender a discriminar mejor los eventos particulares.
- El pensamiento absurdo y provocación: impulsa a las personas a catalogar las cosas de forma muy negativa o grosera. “Estas etiquetas son gasolina cognitiva para el fuego del enfado, añadiendo un fogonazo de ira, no debido al acontecimiento por sí mismo, sino a la etiqueta”. (Caballo, 1998,pg.657).
El psicólogo invita al sujeto a pensar, definir e imaginarse gráficamente estas etiquetas para que las contraste con la persona o situación a la cuál se les aplicó esta categorización con el objetivo de ayudarlas a reír y a conseguir distancia de la situación difícil. Por ejemplo una persona que categoriza a un individuo de burro se le puede pedir que se imagine a un burro y lo caracterice. La idea es que la persona contraste esta imagen con la situación o la persona catalogada de tal manera que note la gran diferencia que existe entre ambos, vea lo absurdo de su frase y se lo tome con humor.
- Las atribuciones erróneas y el pensamiento limitado a un objetivo: los sujetos que tienen problemas con la rabia hacen conclusiones o atribuciones equivocadas sobre los motivos por los cuales las personas actúan, de manera que piensan que han hecho acciones para molestarlos. Estas atribuciones suelen estar mediadas por el lector de mentes y el tener un único objetivo, ya que el sujeto sabe por qué las personas se comportan así sin tener un fundamento para esto.
Para tratar esto es necesario aprender a reconocer estos pensamientos equivocados para que puedan generar otras explicaciones alternativas acerca de los motivos de las personas.
- El pensamiento polarizado: se refiere a la existencia de un pensamiento dicotómico frente a las diferentes personas, sí mismos, situaciones. Y cuando un polo no se acepta, implica de forma inmediata la validez del otro.
La idea es que durante la terapia se logren incorporar matices a las percepciones de los clientes por medio de adjetivos, adverbios y frases calificadoras.
- Sobreestimación e infraestimación: acá el individuo enrabiado sobreestima la posibilidad de los eventos negativos e infraestima los positivos. “Es como si la antena cognitiva del sujeto estuviera explorando signos hostiles del ambiente, lo que aumenta la probabilidad de que los encuentre, especialmente cuando el individuo los procesa con otras distorsiones cognitivas. Al contrario, el individuo suele no enfatizar la información positiva, favorable y de afrontamiento”.
Referencias consultadas
Greenberg, L., “Trabajar con emociones en Psicoterapia”, Ed. Paidós, 2000, Barcelona.
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