¿Te has preguntado cuál es la diferencia entre un gracias educado y un gracias que surge del agradecimiento?
Decir gracias por algo recibido es tradicionalmente un acto de buena costumbre, sabemos que corresponde decir gracias si te sirven un café, si te dan la pasada, si te hacen un regalo. Es un acto casi automático, un hábito de buena educación, algo formal que suele no significar demasiado. Por otro lado, el agradecimiento es una emoción que surge por ejemplo cuando recibimos algo que valoramos, la ayuda de un compañero de trabajo en un proyecto difícil de sacar adelante, la generosidad de una amiga que nos tiende una mano con nuestros hijos, un regalo inesperado de nuestra pareja, un premio merecido. Cuando otro nos aporta algo valioso nos sentimos importantes, escuchados, ayudados y surge en respuesta el agradecimiento, emoción que nos conecta con la capacidad de dar del otro y con nuestra capacidad de valorar lo que otro nos entrega. También surge el agradecimiento ante los regalos de la vida, estar saludables, la imponente naturaleza, estar en un trabajo que nos gusta, una pareja que nos quiere, finalmente es conectarnos con lo que sí tenemos en la vida y no con lo que nos hace falta… ¿cuándo fue la última vez que diste gracias por aquello que tienes?
La psicología positiva, ciencia que estudia cuáles son las claves para ser una persona más feliz, ha descubierto que el agradecimiento es una de las variables que más se correlaciona con la felicidad, las personas más felices agradecen más seguido y aquellos que agradecen frecuentemente aumentan sus niveles de felicidad. Concretamente la investigadora Sonia Lyubomirsky (2008) aconseja escribir una vez a la semana dos o tres cosas que uno agradece en esa semana. Es una herencia fecunda en bienestar dejar este hábito a nuestros hijos, pero para que realmente lo asimilen deben vernos a nosotros hacerlo con nuestras vidas.
Por otro lado, al decir gracias a otro desde el agradecimiento sincero, reconoces el acto del otro como importante para ti, el otro se siente retribuido y apreciado en su acción lo cual hace que en él crezca su futura disposición a ayudarnos. Es esta cualidad “conectiva” de decir gracias la que estrecha los lazos laborales y personales e invita a futuros actos de generosidad y cooperación mutua.
Contrariamente, las personas que son incompetentes en esta declaración y no dan las gracias provocan en los demás desmotivación y resentimiento, “si ni siquiera dice gracias”. Esto muestra que existe una expectativa básica en nuestras interacciones sociales y es que decir gracias es el mínimo reconocimiento que uno puede darle a otro cuando ha hecho algo por uno. Así, dar gracias desde el agradecimiento, es un regalo para los demás y también para uno mismo. ¿A quién le debes un gracias merecido? Te invito a contactarte con tu capacidad de sentir agradecimiento y expresarlo.
Referencias consultadas
Echeverría, R. (2005). Ontología del lenguaje. Ed. J.C.Sáez, Chile.
Lyubomirsky, S. (2008). La ciencia de la felicidad. Ed. Urano, España. |